Leyes sonoras del territorio huertano es una recopilación y clasificación de características acústicas de algunas parcelas de la Huerta de Murcia en función de aspectos físicos de las mismas (como la cantidad y estado de la vegetación o su ubicación en el territorio) que forma parte del proyecto Huerta Sonora y a partir de la cual suceden algunos diseños para el servicio de alojamiento.
Consideraciones previas
Las características acústicas que aquí se describen, pertenecen a parcelas de un ámbito de estudio concreto en un área de la huerta de La Ñora que se encuentra descrito en las Cartografías del Abandono.
Para entender algunas de las leyes aquí formuladas, es necesario tener en cuenta la siguiente clasificación general de parcelas:
Parcela abandonada boscosa
Es un tipo de parcela que se encuentra en avanzado estado de abandono, y en las que generalmente, la maleza trepa por los árboles existentes generando una especie de bosque bastante denso y en muchos casos impenetrable.
Parcela abandonada praderosa
Es un tipo de parcela abandonada en la que la vegetación que encontramos es arbustiva y no supera generalmente el medio metro de altura. Suele presentar un suelo bastante seco y árido.
Parcela cultivada
Es un tipo de parcela en la que encontramos cultivos cuidados casi a diario por los huertanos propietarios de ese terreno.
Leyes sonoras
1/ La presencia y grado de abandono de la vegetación influye en cuanto a la cantidad y variedad de sonidos animales que podemos escuchar.
A mayor cantidad de vegetación se escucha más variedad de sonidos y a mayor intensidad. Es por esto que encontramos una presencia muy variada de especies animales en parcelas abandonadas boscosas, que cantan a una intensidad notable. En las parcelas cultivadas, encontramos un descenso importante de sonidos animales con cierta presencia. Y por último, en la parcelas abandonadas praderosas, se observa un descenso aún mayor.
En cuanto al estado de la vegetación, se puede afirmar que influye en el tipo de sonidos que escuchamos. Hay una gran diferencia de especies animales que podemos encontrar dependiendo de la parcela a la que nos refiramos. Existen especies comunes a todas, como el mirlo, el verdecillo o el verderón. Pero hay otras que solo encontramos en determinados estados de la vegetación.
2/ Existen diferencias sonoras en función de la ubicación de las parcelas más cerca del río, en un punto intermedio o más cerca de la ciudad.
En las parcelas de los extremos (más cerca del río y a la ciudad) hay una menor cantidad de especies sonoras que en las parcelas centrales, aunque no varía la cantidad si se compara un extremo con el otro. Sí que es cierto que las especies que encontramos en las parcelas cerca de la ciudad, aunque sean iguales en número que las que escuchamos cerca del río, no son iguales en tipo de especie, exceptuando al mirlo, que se repite en las tres parcelas.
Por último, cabe destacar que los sonidos humanos están muy presentes tanto en las parcelas que se encuentran cerca del río como las que están próximas a la ciudad, y es por esto que se baraja la hipótesis de que si hay una disminución en cuanto a la cantidad de especies sonoras pueda ser por una cuestión de grado de humanización del paisaje.
3/ La vida de fin de semana huertana tiene un gran impacto en los sonidos naturales que se pueden escuchar.
Los sonidos producidos por el ser humano durante su estancia sus respectivas parcelas, invade cualquier sonido producido por animales en parcelas abandonadas cercanas, y, por tanto, en cualquier otra parcela (ya que es en las parcelas abandonadas donde más intensidad y variedad de canto encontramos [ley 1]).
Cabe mencionar que este hecho se da en mayor medida durante el atardecer, ya que por la noche (a partir de las 2 de la mañana) la mayoría de vecinos duermen, aunque esta calma dura poco tiempo ya que a las 4:30 de la madrugada empiezan a cantar los gallos que dichos humanos tienen en sus parcelas y que también anulan muchos sonidos naturales cercanos.
4/ Existe absorción acústica diferente en función de la intensidad del sonido y de la presencia o no de la vegetación.
En general, la existencia de vegetación realiza una absorción del 20% del sonido, si hablamos en términos medios. Si lo observamos de manera más minuciosa (en el gráfico inferior vemos las distancias a las que deja de escucharse cada sonido dependiendo de si la parcela es boscosa o praderosa), cuánto mayor es la intensidad del sonido, más efecto de absorción acústica realiza la vegetación. Así, por ejemplo, cuando se trata de cantar, la diferencia entre la parcela que tiene vegetación y la que no, es de casi un 25% de reducción de sonido en la que sí la tiene. En cuanto se reduce la intensidad del comportamiento humano al habla, la diferencia es del 15%, y ya si analizamos el hecho de imitar una persona durmiendo, la reducción es casi inexistente.
5/ Los sonidos producidos por los humanos son lo que realmente altera los comportamientos animales acústicos, y no tanto el impacto visual, térmico o biológico (sustancias químicas).
Son sobre todo los sonidos humanos los que alteran el ambiente nocturno con su presencia. Esto se ha comprobado a través del análisis del comportamiento animal frente a dos situaciones distintas dadas al mismo tiempo y en lugares similares: por una parte, la presencia de personas hablando sin más protección que su ropa y por otra, esa misma conversación reproducida en un dispositivo con altavoz a una distancia que no interfiere con la otra situación. La reacción de los animales es la misma en ambos casos y es que la mayoría de especies permanecen calladas, a excepción de los grillos. En el caso en el que se analiza la influencia de la presencia física (dos personas hablando), cuando éstas permanecen en silencio e intentando no hacer ningún ruido durante un tiempo, los animales empiezan a sonar otra vez, lo que nos indica que no es tanto la presencia humana como cuestión visual lo que altera los sonidos presentes en una noche, sino los ruidos que puedan generar.
6/ La presencia humana constante en una parcela abandonada reduce la intensidad de los sonidos animales, no los elimina totalmente pero dificulta su identificación.
Frente a una presencia humana constante, los animales terminan por dejar ir sus manteniendo ciertas medidas de precaución: tras media hora de conversación, empiezan a aparecer los primeros cantos, un poco tímidos y con una intensidad muy baja; pasada alrededor de una hora, se observa una mayor cantidad de cantos, pero todos ellos a una intensidad muy baja durante toda la noche. Con esto llegamos a la conclusión de que es muy difícil escuchar aves nocturnas cercanas a una intensidad suficiente como para identificarlas en las parcelas abandonadas.
Este comportamiento se refiere sobre todo a aves, ya que insectos como los grillos cantan con la misma intensidad haya presencia humana o no.
7/ EL amanecer y el atardecer son momentos clave para la escucha de los cantos animales
El amanecer y el atardecer son los momentos en los que más cantos encontramos y a una mayor intensidad. Durante este periodo de tiempo, la presencia humana tiene una influencia mínima, por no decir nula en los sonidos que se producen. Los animales cantan en su mayor intensidad estén presentes o no los humanos, y estén produciendo sonidos o no éstos mismos.